Por Pablo Daniel Blanco (Senador de la Nación – UCR – Tierra del Fuego Antártida e Islas del
Atlántico Sur).
El “Área Marina Protegida Namuncurá – Banco Burdwood” es la primera
área oceánica protegida de la Argentina, cuya autoridad de aplicación es
la Dirección Nacional de Áreas Marinas Protegidas que depende de la
Administración de Parques Nacionales.
Meses atrás acompañé una iniciativa de la senadora Gladys González
que propone cambiar dos cuestiones puntuales. La primera es la
unificación de las Áreas Marinas Protegidas Namuncurá y Banco
Burdwood 1 y 2, integrando una única unidad de gestión y conservación.
La segunda, es que dicha área unificada pase a llamarse “Héroes de
Malvinas” en razón de encontrarse en dicho lugar los restos del Crucero
ARA General Belgrano.
Las autoridades de las Comisiones de Relaciones Exteriores y Culto, y
de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Senado de la Nación
consultaron sobre el particular a Cancillería. La respuesta girada al
Senado sostuvo que la unificación ya está contemplada y que el cambio
de nombre resulta “poco oportuno”.
Los argumentos esgrimidos para sostener la escasa oportunidad me
parecen por demás absurdos, caprichosos, indecorosos y, por qué no
decirlo, inoportunos. Son inoportunos porque el sentido de la oportunidad
siempre va a atado a cuestiones temporales y justo este año
conmemoramos los 40 años del hundimiento del Crucero ARA General
Belgrano. Son indecorosos porque les falta el respeto a nuestros héroes.
Son caprichosos porque obedecen a una decisión política arbitraria que
afirma que el reconocimiento a los Héroes de Malvinas ya existe por ley
25.546. Y son absurdos porque el gobierno se cansa de homenajear a
Néstor Kirchner en cuanta plaza, avenida, casa de la cultura, represa o
gasoducto que se inaugura cegado por una idolatría netamente
ideologizada. Que ya exista un homenaje a los Héroes de Malvinas no
invalida ni imposibilita que exista otro o muchos más. Hacerlo no
conculca ningún tratado, acuerdo, norma o contrato y, mucho menos,
saca provecho político en particular en favor de alguien.
Si se tomara como válido y relevante este factor de que el
reconocimiento ya existe, y por lo tanto eso es suficiente, habría que
dejar de nombrar cuanto edificio y espacio público aparece como Néstor
Kirchner, Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, etc., e incluso
cabría proceder a cambiar inmediatamente todos los que ya ostentan
dicha denominación por “exceso de homenaje”.
De más está decir que nuestra deuda de gratitud es eterna, y ningún
homenaje es suficiente para demostrar respeto y admiración hacia
nuestros héroes. Ello se resignifica aún más cuando se trata del espacio
geográfico preciso donde ofrendaron sus vidas por la patria.
Pero el asunto es peor aún porque el nombre que se resisten a cambiar
es un apellido correspondiente a un comandante marino inglés. Esta es
una falla más a la que nos tiene tristemente acostumbrados nuestra
cancillería empecinada en mantener el nombre de un comandante inglés
en lugar de “Héroes de Malvinas”. Argumentar que el nombre vigente “ya
es marca registrada internacionalmente” es tan absurdo como dejar de
llamar Malvinas a nuestras islas porque buena parte del mundo se refiere
a ellas como Falklands.
La Causa Malvinas debe ser una política de Estado inalterable,
permanente, ajena a los vaivenes políticos e ideológicos. Es imperioso
trabajar seria y constantemente sobre los objetivos identificados,
reafirmando nuestra presencia con palabras y con hechos, preservando
nuestros recursos y, sobre todo, afirmando y defendiendo nuestros
derechos soberanos en la propia zona de mayor impacto político,
económico y estratégico.
Es por ello que adelanto que nuestra actitud en las comisiones
mencionadas del Senado será la de mantener a rajatabla nuestra
posición sin concesiones. Que sea el oficialismo en el gobierno quien le
explique al pueblo sus absurdas contradicciones.ideologizada. Que ya exista un homenaje a los Héroes de Malvinas no
invalida ni imposibilita que exista otro o muchos más. Hacerlo no
conculca ningún tratado, acuerdo, norma o contrato y, mucho menos,
saca provecho político en particular en favor de alguien.
Si se tomara como válido y relevante este factor de que el
reconocimiento ya existe, y por lo tanto eso es suficiente, habría que
dejar de nombrar cuanto edificio y espacio público aparece como Néstor
Kirchner, Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, etc., e incluso
cabría proceder a cambiar inmediatamente todos los que ya ostentan
dicha denominación por “exceso de homenaje”.
De más está decir que nuestra deuda de gratitud es eterna, y ningún
homenaje es suficiente para demostrar respeto y admiración hacia
nuestros héroes. Ello se resignifica aún más cuando se trata del espacio
geográfico preciso donde ofrendaron sus vidas por la patria.
Pero el asunto es peor aún porque el nombre que se resisten a cambiar
es un apellido correspondiente a un comandante marino inglés. Esta es
una falla más a la que nos tiene tristemente acostumbrados nuestra
cancillería empecinada en mantener el nombre de un comandante inglés
en lugar de “Héroes de Malvinas”. Argumentar que el nombre vigente “ya
es marca registrada internacionalmente” es tan absurdo como dejar de
llamar Malvinas a nuestras islas porque buena parte del mundo se refiere
a ellas como Falklands.
La Causa Malvinas debe ser una política de Estado inalterable,
permanente, ajena a los vaivenes políticos e ideológicos. Es imperioso
trabajar seria y constantemente sobre los objetivos identificados,
reafirmando nuestra presencia con palabras y con hechos, preservando
nuestros recursos y, sobre todo, afirmando y defendiendo nuestros
derechos soberanos en la propia zona de mayor impacto político,
económico y estratégico.
Es por ello que adelanto que nuestra actitud en las comisiones
mencionadas del Senado será la de mantener a rajatabla nuestra
posición sin concesiones. Que sea el oficialismo en el gobierno quien le
explique al pueblo sus absurdas contradicciones.